Con una posición privilegiada, ha
sido durante siglos más que un puerto para el país, es el lugar por el
que el propio mundo ingresa y eso se ve amalgamado en sus costumbres, cultura y
razas.
Cuna de grandes hombres y
mujeres que han mostrado lo mejor de Colombia ante el mundo, no
para de reír a carcajadas enseñándole a todos que las tristezas y las penas
desaparecen muy rápido y que la alegría es contagiosa; Barranquilla no se
visita, se goza eternamente.
“La Puerta de Oro de
Colombia” es bañada por el océano Atlántico que mezcla sus
aguas con las del imponente río Magdalena, que luego de recorrer medio país
toma un descanso en su desembocadura. Sus playas y malecones son refrescados
por los abanicos que crean los árboles mecidos por la brisa convirtiéndola en
una ciudad que combina perfectamente la pujanza de una metrópoli que
avanza frenéticamente con la frescura de un edén caribeño.
Enamorarse de la vida es
inevitable cuando se está bajo el sol barranquillero y extrañarla al
partir es tan lógico como los pálpitos fulgurantes de un corazón que conoce una
nueva ilusión.
Es un plan imperdible
visitar sus mansiones, parques y plazas; es reconfortante para el espíritu
pasear por sus bulevares para ser testigo de la vitalidad que el alma humana
redefine en este sin igual destino del turismo en Colombia. Venga a
Barranquilla y conocerá lo que es la verdadera hospitalidad.
Gozarse el tiempo de
carnaval es una obligación, es un evento que llevan los barranquilleros
y barranquilleras en su corazones pero especialmente en sus caderas; no
importa que el visitante no sepa bailar porque el sabor y la sabrosura
currambera atraviesan la piel al instante.
Tan místico resulta ser el
Carnaval de Barranquilla que fue declarado patrimonio oral e inmaterial de la
humanidad por la Unesco, lo cual indica que la alegría en este maravilloso
lugar está garantizada hasta el final de los tiempos. Porque como reza el dicho
aquí: “El carnaval de Barranquilla quien lo vive es quien lo goza”.
Pero durante todo el
año Barranquilla es una fiesta que se comprueba con el calor de sus
gentes y la belleza de sus mujeres, el espíritu del Caribe no tiene
mejores representantes en la tierra que los barranquilleros, por eso muchos
visitantes han dicho llenos de euforia al llegar:
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